

Wicca
Chamanica
Robert
Whitmore
Traducción
francesa de Hôte-Cerf.
Aún
cuando no todos hacen uso de ellos, un gran número de practicantes
Wicca ha recurrido a técnicas chamánicas basadas en la hipótesis Gaia;
es decir, viendo el ecosistema planetario como una unidad, una entidad
viva compuesta por infinidad de formas de vida diferentes, la
supervivencia de las cuales depende mutuamente.
Nada
hay de revolucionario en esta idea; la encontramos en la mayoría de las
sociedades “primitivas” así como en la mayoría de teologías chamánicas.
Si
el mundo es un ser viviente nosotros formamos parte de este organismo al
mismo nivel que las bestias, las plantas, los hongos, los árboles y las
piedras.
Por
esto podemos considerar cualquier forma de vida que encontremos como una
extensión de nosotros mismos (y a la inversa), aspectos de un yo
inmenso pluripersonal que incluye todas las “células” participantes
en este único Gestalt. Bien entendido, la principal aplicación es que
todos los seres vivos tienen una íntima relación entre si. Confirmando
lo que dicen las nuevas investigaciones del código ADN, esta afirmación
no tiene tanta relación con la religión como con la biología. Así la
interacción de una forma de vida con otra puede ser comprendida como un
“punto de comunicación” del yo con el yo.
En
el interior de este gran conglomerado de energía, cada forma de vida
está especializada en una tarea específica, tanto por ella misma como
por la biosfera y el todo depende de la cooperación inteligente y
equilibrada de todas las entidades.
En
la visión global del chamanismo, el espíritu individual está
organizado de manera natural, tal como el ecosistema.
En
efecto, muchos son los que creen que el espíritu y el ecosistema se
reflejan y se influencian directamente el uno al otro, como en el caso
de la comunidad que se reúne para rezar y bailar con el propósito de
aumentar la cosecha o hacer acción de gracia.
En
el modelo chamánico, las “partes del espíritu” o dioses, espíritus
y energías elementales aparecen de manera natural. Están organizados y
simbolizados por las formas de la naturaleza, que aparecen como los
“dioses” o espíritus de los animales, las plantas, los hongos, los
cristales, las rocas, los ríos, los lagos, las montañas, los
bosques, etc.
La
jerarquía chamánica de los “componentes del espíritu” incluye así
mismo figuras antropomorfas como los Ancestros, los Guardianes de la
Tribu, y bestias míticas como dragones, unicornios y arañas de
cristal.
En
este sistema el espíritu de un animal o un aspecto de la naturaleza se
refiere a una parte precisa del espíritu profundo – una parte
generalmente oculta aunque sea activa y dinámica.
El
“espíritu” de un lobo será un feroz y hábil cazador de alimento.
El espíritu de un árbol será más pasivo, mientras que el de una roca
podrá ser bastante más simple, firme y persistente, que tu
mismo, en tanto que producto del “mundo moderno” tendrás problemas
para encontrar las palabras que expresan el sentido a tu espíritu.
Como
hemos dicho, para el chamán, el mundo natural ( exterior) y el mundo
mental (interior) están intrínsecamente relacionados.
Por
ejemplo: al atardecer un cuervo grazna en la cima de un álamo, justo
antes de volar hacia el norte; esto contendrá para el chamán una
información específica. Esta cadena de acontecimientos creada por el
cuervo, el graznido, el álamo, el atardecer y el norte, forman un símbolo
específico del espíritu profundo del chamán.
Para
el practicante de Wicca Chamánica el mundo está lleno de estos
acontecimientos significativos que llegan cuando EL GRAN ESPÍRITU habla
a través de la naturaleza. Es probable que ni el cuervo ni el álamo
sean concientes del mensaje que están invocando en el chamán, pero
esto no es tan importante mientras el mensaje sea válido.
El
mismo principio de validez de respuesta es central en todo trato
relacional con los espíritus de la naturaleza.
Cuando
empleamos metáforas como “dioses”, “espíritus”,
“elementales”, no estamos describiendo una realidad concreta, ni
racional, sino una serie de modelos mágicos y sicológicos que pueden o
no servir para explorar lo desconocido.
La
efectividad de estos mismos modelos depende de nuestra manera de
emplearlos y del nivel de compenetración establecido.
Evidentemente,
es muy difícil investigar con el fin de saber si un determinado espíritu
de la naturaleza es una alucinación significativa producida por nuestro
propio espíritu o si tiene una existencia propia e independiente. La
realidad es que cuando cernimos la cuestión en un contexto de sí o
no”, ella es simplemente limitada en exceso. Las dos explicaciones
tienen sus defectos. La verdad es que el plano (astral) chamánico del
cambio de energía va más allá del rudimentario “sí o no”, modo
humano de pensar que se extiende hacia la masa de poder natural
expresada como “los dos, ninguno, puede ser” y que rebela que
nuestras auto-descripciones son artificiales y limitadas – El Yo
esencial, mi Yo, todo Yo, ningún Yo extendidos por todas partes.
El
chamán Wicca intenta mantener siempre el contacto con los diversos espíritus
guardianes[1].
En los trabajos mágicos, El / Ella permite al espíritu despertarse y
asumir el control. En un estado de “posesión- trance” el espíritu
actúa a través del cuerpo y de las emanaciones etéricas del individuo
revelando en él las cualidades desconocidas de la Naturaleza. En un
contexto de modelo psicológico, se puede decir que el chamán a abierto
o desarrollado las puertas hacia las diferentes partes del subconsciente
permitiendo de esta manera actos “milagrosos” como la sanación,
mientras que la conciencia normalmente no puede.
En
este sentido, el espíritu conciente ha sido condicionado para echarse a
un lado y ceder el control a las energías más ancianas y profundas.
Algunos
lectores se sentirán inquietados por el término “posesión”
empleado más arriba. Yo no intentaré defender la semántica del término
y me contentaré con decir que aquel que nos posee en un Ritual no es
otro que una de las máscaras del Yo Esencial.
Louis
Martinae ha expresado perfectamente la naturaleza de la posesión en una
edición del Cincinnati Journal Of Ceremonial Magick en 1989. Escribió:
“La
posesión por Loas, demonios, ángeles, etc. no es el centro de la
cuestión. Aquello contra lo que nosotros luchamos más, es la posesión
conocida bajo el nombre de Personalidad. Según el nivel al que nos
identificamos con nuestras personalidades, estamos poseídos por estas
definiciones del yo llenas de límites.”
Muy
a menudo, aquello a lo que las gentes tienen mayor miedo en la posesión
ritualizada es de la debilitación de su control sobre la personalidad
del yo. Esta puede ser una estrecha jaula, pero al menos es familiar! La
posesión ritualizada es una manera de romper y liberarse de los
confines de una personalidad profundamente enraizada.
Para
el chamán, las posesiones de los dioses, de los espíritus y de las
energías elementales son amistosas. Ellas participan en el círculo
para ayudar en el trabajo, participar en las festividades naturales,
ofreciendo al mismo tiempo conocimientos de lo desconocido.
Una
vez comprendido de manera adecuada, incluso los atavismos animales
pueden resultar deseables y constructivos. El Espíritu Salvaje del
Jabalí, por ejemplo, tiene gran habilidad para detectar aquello que está
oculto, escondido en la tierra (y aún no manifiesto). El Espíritu
Serpiente encuentra generalmente su hogar natural en los túneles
interiores y puede emplearse para regular los flujos y reflujos de energías
o extirpar los venenos ocultos. El Perro Silencioso o el Lobo de Wotan
(en una idea similar a el del Anubis egipcio) ofrecen al chamán el
acceso a un mundo de sueño e imaginativo inaccesible a la conciencia
humana.
Las
artes marciales ofrecen una visión contrastada con los atavismos
animales y el trabajo del chamán.
Los
estilos de combate contemporáneos han evolucionado a partir de las
ancianas prácticas taoístas de “transformarse en un animal y
descubrir su poder”. WuShu incluía las acciones, el comportamiento y
la capacidad de percepción de bestias tales como el dragón, el tigre,
la serpiente, la pantera, el águila, el ciervo, la araña, la tortuga y
muchos otros.
En
un periodo anterior, el chamanismo Taoísta enseñaba al novicio como
evocar estos animales y como vivir a través de ellos en cuerpo y espíritu.
A
partir de estas bases se desarrollaron cientos de estilos diferentes de
combate. Actualmente las artes marciales se han convertido en cualquier
cosa demasiado técnica y el placer de la conciencia animal ha sido
olvidado por muchas escuelas.
De
igual manera, la conciencia animal chamánica ha sido igualmente
olvidada en Europa.
Aquello
que perdura del animal guardián sagrado es una imagen distorsionada de
relatos históricos de brujas con sus espíritus familiares[2]:
los sapos, los gatos, las lechuzas, los cuervos, etc. Y las patéticas
leyendas de transformaciones licantrópicas[3]
del hombre-lobo y otras criaturas semejantes.
Muy
afortunadamente, gracias al resurgimiento y al interés por los aspectos
chamánicos de la Wicca, estas energías ancianas del Yo Esencial
reciben de nuevo la Fuerza del Despertar y nos inspiran el ritual, la
sanación, la adivinación, la música, el arte y la danza.
©
Robert Whitmore
Traducción
francesa de Hôte-Cerf. [ J.L. Colnot ]
NOTAS
Estas
son algunas notas que añadí en mi traducción al español y que,
por tanto, no aparecen en la versión de Magick-Instinct.
Vaelia
Bjalfi.
1
Aunque en la traducción el término “espíritu guardián” queda
fuera de duda, creo que es importante matizar, de cara a la compresión
del lector, que está hablando de “espíritus totémicos”, ya
que el espíritu guardián podría ser confundido con el tradicional
“familiar”.
2
Queda abierta la cuestión de si la
existencia de espíritus familiares contradice la de espíritus totémicos,
personalmente comparto la opinión de aquellos que creen que pueden
coexistir felizmente.
3
En este punto el autor del artículo se muestra un tanto radical,
cierto es que la licantropía se ha entendido horriblemente en
relatos que han llegado hasta nuestros días, mas hay autores que
sostienen la idea de que el licántropo y el chamán son una y la
misma cosa. Sobre este tema, se pueden consultar los trabajos de
Claude Lecoteux o la definición del término por Massimo Izzi

