
“ All our times have come
Here but now they’re gone
Seasons don’t fear the reaper
Nor do the wind, the sun or the rain
We can be like they are
Come on, baby
Don’t fear the reaper
Baby, take my hand
Don’t fear the reaper
We’ll be able to fly (…)”
Celebración y Ritual
La
celebración de Samhain, conocida también como Halloween, cristianizada
como Víspera de Todos los
Santos, y popularmente conocida como la “Noche de Brujas”, se celebra
usualmente la víspera del primero de Noviembre (momento astrológico: el
sol a 15º de Escorpio, se relaciona con el elemento Agua). En Europa,
puede considerarse que marca el inicio del invierno, pues el solsticio
de invierno representará el punto álgido de la estación. Encontraremos
esta festividad pagana en el ámbito de la Wicca como Sabbath Mayor. Para
las tradiciones solares, se trata de una festividad al nivel de lo que
seria un Sabbath Menor en el contexto de la Wicca. En las antípodas del
calendario de festividades paganas encontramos la otra noche de
Brujas, Beltane, también conocida como la “Noche de Walpurgis” ( Víspera
del 1ª de Mayo, el sol a 15ª de Tauro, elemento Tierra) .
Una
festividad del Ciclo Anual puede celebrarse de muy diversas maneras, al
principio puede ser simplemente un día de fiesta, una reunión familiar o
con amigos, un ornamento que haga recordar el sentido que tomamos de
aquello que se celebra. Cada vez que gira la Rueda, nos encontramos de
nuevo con el mismo festival, y sucede, si nos atenemos a la ley de la
evolución constante, que en cada ocasión descubrimos matices que no
habíamos visto antes, llevamos a cabo nuevas prácticas, concordes con
los cambios acontecidos en nosotros y nuestro entorno durante el año.
Cada
festival marca un nuevo paso en nuestro camino, como una huella. Samhain
es el resumen de un año, un íntimo examen de nivel, para muchas
personas. Al principio, puede que las celebraciones de los ocho
festivales sean vistas como estrellas aisladas, con el tiempo,
aprendemos a verlos como una línea continua que fluye a través del
espacio y las situaciones, que en determinados puntos reúne energías
destacadas.
Al
preparar la celebración, como en una básica tirada de cartas, nos
ubicamos en el presente en función de lo que ha sucedido antes, y lo que
vendrá después, de lo que era pero ya no es, y lo que será pero aún no
es. Así en este caso, tendremos en cuenta el pasado Mabon, cumbre del
Otoño, y el próximo Yule, corazón del Invierno. Aunque tomamos una fecha
del calendario usual como referencia, o podemos buscar los datos del
momento astrológico, la celebración vivida de un sabbath, conlleva mucho
más que unas horas. Se inicia en el día que, al salir a la calle, un
matiz de luz, o una olor, nos anuncia que se acerca el momento, o al
contemplar fenómenos naturales como el comportamiento de los animales, o
los cambios en las plantas y vegetales. Sigue en todos los pensamientos
que dedicamos al momento, qué nos evoca el festival, cómo vamos a
celebrarlo, qué cocinaremos, o confeccionaremos, o el diseño del ritual,
mezclado con los recuerdos y los “darse cuenta” de significados, o
posibilidades, en los que aún no habíamos reparado. Podemos trabajar
tomando como referencia una fase lunar, o varias de ellas. En realidad,
no hay fecha, pues se trata de un baile con el espíritu del momento
natural, y hay tantos tipos de bailes como bailarines, y aún más, como
parejas de los mismos.
No es
fácil aportar una sugerencia de celebración,
cada cuál debe saber cuál es su situación, y que aspectos de la
festividad le es apropiado enfatizar. Como decía al principio,
empezaríamos por salir al exterior, y tomar conciencia vívida del
momento natural. Después alimentaríamos nuestro cuerpo con los frutos de
la temporada; las manzanas, las granadas, ambas relacionadas con los
Dioses Oscuros Iniciadores, la calabaza de rigor, raíces, tubérculos y
frutos secos que nos recuerdan el Submundo, con su olor, su sabor, con
las leyendas que llevan asociadas, y nuestra mente con música, lecturas,
imágenes, que nos ayudaran a contactar con el espíritu de la celebración
tiempo para sentir, otro para pensar. Otro para hacer, por
ejemplo, decoraciones para nuestro hogar, ofrendas. Una parte para
compartir con los seres queridos que están aquí, otra con los que ya no
están, otra para nuestra intimidad. Un tiempo para profundizar, para ser
serios, enfrentarnos a lo duro; otro para celebrar, para jugar, para
disfrutar con ello a pesar de todo.
El Sueño
y la Vigilia
“No
cerramos nuestra puerta ni clausuramos nuestra verja/ cuando sopla el
viento del invierno,/se exalta nuestro corazón, se caldean nuestras
mejillas/con burlas y bebidas especiadas./(…)Ya peleé por mi casa, por
su gente y sus ovejas,/Primavera, estío y otoño, sin descanso./ Déjame
ahora descansar, perezoso, junto a tu rodilla (…).”
El Otoño
se corona de frío en este momento, el manto de hojas desprendidas de los
árboles se hace más denso, oscuro y húmedo. Asoma incluso, en los
rincones sombríos huellas estrelladas de la escarcha superviviente de
unas noches cada vez más largas. En la Naturaleza, las criaturas se
preparan para lo que el invierno ha de traer; el sueño o la vigilia…
Mientras las semillas olvidadas sabiamente en el seno de la tierra
escuchan los cantos de las raíces más viejas, narrándoles lo que un día
llegarán a ser, las hayas y los robles van desnudando sus ramas contra
el cielo gris, y el pino sigue vigilante, con sus hojas verdes y
aromáticas. Cuando el lirón ya hiberna en su refugio, para el oso es
tiempo de acumular grasa para el largo sueño; mientras que la ardilla
recolectará frutos con frenética agitación y el lobo reunirá una manada
familiar, para enfrentar la escasez del invierno.
Entre
los humanos, el descenso de horas de luz solar invita al recogimiento, y
a menudo, se puede sentir mayor necesidad de descanso, o introspección.
Un tiempo para permanecer en el hogar y cultivar las relaciones
personales compartiendo largas conversaciones, bebidas y alimentos
preparados a fuego lento. Otro tipo de personas, sin embargo, a quienes
el calor del verano parece aletargar, se sentirán renovadas, más activas
y despiertas que nunca, y escogerán este momento para poner en marcha
sus proyectos.
En todo
caso, tras el “inventariado” de la cosecha psíquica de Mabon, nos tocará
discernir si se acercan tiempos de sueño o vigilia; o si tal vez ha
llegado el momento de despertar en el sueño. Pues Samhain es
siempre una oportunidad para dejar atrás lo caduco, y abrazar lo que ha
de venir; no en vano es considerado en múltiples tradiciones como el fin
y nuevo inicio del ciclo anual. Pero Samhain es, ante todo, un momento
en el que podemos encontrar al arquetípico Guardián del Umbral,
si es que estamos preparados para responder ante Él.

La
Muerte
La
figura central de esta celebración es, sin duda alguna, la Muerte. Una
vez celebrada la cosecha que dio los primeros frutos, y la cosecha
abundante, recogida a principios de otoño, llega el turno a la tercera
cosecha; cosecha de sangre, cosecha de almas. Siguiendo la línea
genealógica de la cultura pagana, encontramos que cada tiempo y cada
pueblo ha elaborado unos rituales propios para su “fiesta de la muerte”.
La conciencia de la misma es el nacimiento de cada duda acerca de la
naturaleza de la vida, y de todas las cuestiones acerca de cómo debemos
vivir.
Aún hoy
en día, cuando la idea de la Muerte ronda a nuestro alrededor, tratamos
de sacarla por la puerta de atrás, como un familiar del que nos
avergonzáramos, o tratamos de combatirla como se enfrentaría a un
enemigo. La Muerte despierta miedos, o tal vez, esa frialdad, que no es
más que un escudo, o una cierta frivolidad que trata de quitarle
importancia. Probablemente mantenemos, por inercia, la idea de la Muerte
como el fin de la historia de nuestra existencia.
No
obstante, la Muerte está presente a cada instante, acompañándonos,
alentándonos a vivir. La Muerte que hemos de encontrar en el último de
nuestros días, no es sino un aspecto más de la Muerte que encontramos
constantemente a lo largo de nuestras vidas. En el fin de cada ciclo, en
la toma de cada decisión, en la realización de cada posibilidad que
tomamos, descartando las demás. Está presente en nuestra infancia,
nuestra juventud, nuestra madurez, nuestra ancianidad, dentro y fuera de
nuestro ser, en cada parcela de realidad y en cada pedacito de sueño,
puesto que la Muerte es la otra cara de aquello que hemos dado en llamar
Vida y que sin ella no podría ser.
Samhain
honra el conocimiento de esta unión indisoluble y rítmica, de este ciclo
de Vida/Muerte/Vida, del que habla la Dra. Clarissa Pinkola en
Mujeres que Corren con los Lobos,
de esta fuerza vital que recorre la existencia toda y enciende el fuego
del alma, y lo mantiene danzando ante la oscuridad del infinito
desconocido.
El
conocimiento de la naturaleza de la Vida, va ligado al conocimiento de
la Muerte; al saber del que fluye como el agua a través de las
diferentes etapas que nos ha sido concedido vivir, y la fuerza de quién
marca los tránsitos con la sacralidad de un tambor ritual. La
espiritualidad pagana, como un árbol, enraíza profundamente en la
Tierra, y se eleva a los Cielos sin que para ello sea necesario
desunirse de la misma; en la Tierra se transforma y crece, diluye parte
de sí y genera nueva vida; está centrada y firme, y al tiempo se siente
a su alrededor.
La
espiritualidad pagana no invita a esperar un final incierto, sino a
vivir en el momento, a ser, lo más íntegramente posible. Por
ello, al hablar de la Muerte, no hablamos sólo del Umbral de la Vida,
sino que hablamos en presente, y para nuestras acciones diarias. Hay una
gran sabiduría en la Muerte, Ella nos puede enseñar cuándo las
relaciones, los proyectos, nuestro modo de ver las cosas, o unos
hábitos, pugnan por nacer y ver la luz, y cuando están tan agotados que
necesitan un largo descanso, y renacer transformados, o bien diluirse en
la nada para dejar lugar a mejores sucesores. Cuando hay que poner fin a
las cosas, y cuando hay que luchar por mantenerlas, para vivir el tiempo
que nos ha sido concedido, del mejor modo posible.
En la
poética novela “El Árbol de las Brujas”, Ray Bradury
muestra no sólo la multiplicidad de festividades entorno a la muerte,
sino cómo la Muerte habla incluso a los niños, en su propio lenguaje. El
señor Mortajosario guía a ocho muchachos a través del tiempo y el
espacio para
“(…)
descubrir el secreto de la Noche de las Brujas, la Víspera de todos los
Santos.
Y lo
consiguen.
-Bueno-pregunta Mortajosario al final del viaje-. ¿Qué fue: una prenda o
un premio?
-Prenda
y premio –concuerdan todos.
Y tú
también estarás de acuerdo.”
Las
enseñanzas de la Muerte pueden ser duras, en tanto nos muestran la
necesidad, y el deber para con nuestra integridad personal, de
enfrentarnos a las situaciones y de sacrificar parte de nosotros mismos
o nuestro entorno por algo mejor. La Muerte ha sido la gran excluida de
todos los cuentos que han llegado a nuestros días, perdiendo así su
valor educativo, y la gran excluida de nuestros pensamientos,
volviéndolos en ocasiones estériles. A veces han pasado muchos años
cuando nos damos cuenta de que nuestra vida no nos satisface, que hemos
alimentado y hecho perdurar demasiadas cosas inútiles, dañinas, o
impropias. A veces llegamos a una meta y queremos permanecer por siempre
en ella, aunque ya no nos aporte nada, y ya no sea su lugar, nos
quejamos y quejamos de lo que un día fue nuestra alegría y ahora puede
ser incluso nuestro dolor, pero nos resistimos a partir, porque habiendo
hecho de ella el motivo de nuestra existencia, tememos perder nuestra
razón de ser, somos ya incapaces de ver otra opción. He aquí la
importancia de las enseñanzas de la Muerte, y cómo ella, en más de una
ocasión, renueva e infunde vida, a la misma Vida.
Los
Muertos
“Me
marcho, pero me marcho con una verdad aun no pronunciada; esa verdad que
volverá a buscarme y a reunirme, aunque mis elementos estén dispersos en
los silencios de la eternidad; y otra vez volveré ante vosotros; a
hablaros con una voz nueva, nacida del corazón de esos silencios sin
fronteras./Viviré más allá de la muerte, y cantaré a vuestros
oídos,/incluso cuando la vasta marejada me devuelva a la inmensa
profundidad del mar./Me sentaré a vuestra mesa, aunque ya no tenga un
cuerpo, e iré con vosotros al campo, como espíritu invisible./Llegaré a
vuestros hogares y a vuestras chimeneas, como huésped no visto./La
muerte no cambia nada, sino las máscaras que cubren nuestros rostros.”
Como
decíamos, cada pueblo tiene su fiesta de la muerte. Se suele decir que
en Samhain el Velo entre los Mundos es más fino, de modo que las
criaturas que moran los diferentes planos pueden coincidir. Por ello es
también la fecha señalada para recordar a los muertos queridos, para
reencontrarnos con estas almas familiares cuya llama aún ilumina un
rincón reservado de nuestra memoria. Como una concesión llega la
oportunidad de compartir aún una silenciosa conversación, un abrazo, una
cálida vibración inexplicable… mientras les guardamos un sitio en la
mesa, o elaboramos una ofrenda, mientras elevamos la mirada al cielo
estrellado y murmuramos aquella canción especial, o aquel juego de
palabras, y ya no nos sentimos tan solos, ni tan tristes.
Y por la
misma e idéntica razón, es tiempo de temer o guardarse de las otras
criaturas que rondan los caminos y las calles en esta noche, en aquellos
lugares a los que no llegan las risas de los niños y el escándalo de los
festejos. Viejos conocidos del folklore local que acuden a sus lugares
tradicionales, y multitud de entidades cuyos nombres son a menudo una
diana sobre la que muy variadas opciones tratan de acertar.
Cuando
el oro del ocaso otoñal se filtra tras el horizonte, es el momento de
los seres oscuros. En el campo y la ciudad, se cuentan historias con
visos de leyenda sobre los mismos en esta noche, en la que sería inútil
tratar de encerrarlos en el desván de la conciencia, pues su presencia
se palpa en el ambiente, cuando vienen a nosotros como ancianos señores
de unos dominios desvanecidos, a la espera de que se restablezca su
antiguo honor.
Los
seres oscuros, no son sólo los personajes de antiguos cuentos que los
tiempos modernos se han encargado de dulcificar, son también aspectos en
nuestra psique que han sido negados, y relegados a la profundidad del
inconsciente, como Urano empujara a sus hijos a las profundidades de
Gea, la Tierra.
Como los
espíritus errantes, peligrosos, desesperados, de torturados, de niños
muertos sin nombre, de seres que han dejado una seria cuenta pendiente,
los retazos maltratados, proscritos injustamente, de nuestra
personalidad o nuestra memoria, acechan hambrientos y sedientos en algún
lugar, y sus llantos y aullidos cruzan las barreras que queramos alzar
contra ellos, reclamando la redención que les conduzca al fin de su
larga agonía. Como peligrosas entidades manifiestan sus efectos en
nuestra vida diaria, en accidentes y malestares, en pesares repentinos
cuyo origen no conseguimos, o no queremos admitir.
Por ello
los antiguos europeos esculpían lámparas con nabos, cuya luz guiaba a
los muertos queridos al hogar, como una invitación al reencuentro, y
asustar a los entes dañinos.
Por ello la Hueste Salvaje cruza los cielos de Samhain, por ello es
tiempo de Descender al Inframundo, y mirar a los ojos del Guardián.
El
Descenso al Inframundo
Como se
comentaba algunas líneas más arriba, para comprender el sentido y la
acción que debemos realizar en una festividad, tomamos como referencia
aquella que le seguirá y aquella que le precede. El largo viaje al Mundo
Inferior, a las profundidades, se iniciará con la llamada “Toma de
posición” de Mabon, y se prolongará hasta el brillo de Yule, la Luz que
en el corazón de las Tinieblas debe ser rescatada y transportada de
nuevo al Mundo abriéndose paso desde la lejanía en las que flotan los
que aún no han nacido, hasta la germinación que con Imbolc anuncia la
nueva Primavera.
Mabon,
en cierta manera, es la calma antes de la tempestad, el último hálito de
luz reinante que tomamos antes de acudir a la llamada de los Dioses
Oscuros. Porque siempre que el trabajo es serio, tarde o temprano,
sentiremos esta llamada. De una u otra manera, en mayor o menor
intensidad, y en una variada tipología de ciclos vitales, la llamada se
extenderá sobre nuestras vidas como unas gigantescas alas negras que se
cernirán sobre nosotros sin que lo podamos - ni debamos, por nuestro
bien - evitar.
En el
texto acerca de Mabon, definíamos algunos de las posiciones desde las
que podiamos emprender este viaje al Inframundo. Recordamos a la joven
Perséfona, la que parecía descender al Mundo Inferior contra su
voluntad, como cuando alguna repentina desgracia o pesar nos conduce por
el oscuro sendero a lo más profundo. Hablamos también de la heroica
Inanna, que bajó al Submundo para rescatar a su amado, como cuando nos
armamos de valor para solucionar un problema o conflicto. Y por supuesto
hablamos de ambas como Reinas, que bajaron por su propia voluntad por
segunda vez, para abrazar a su amor la primera, para visitar a su
hermana en las sombras, Ereshkigal, la segunda.
El viaje
al Inframundo es una constante en las tradiciones paganas, que ha
sobrevivido a través de los cuentos hasta hoy en día. Samhain es el
momento en este viaje en el que descendemos, en el que nos desprendemos
de nuestros ornamentos y vestiduras cotidianas, para contemplarnos
desnudos en oscuro lago de la profundidad, para tomar un sorbo del
brebaje que la sabiduría nos ofrece, para obtener el poder de la
transformación, para cubrir nuestra piel de sangre y cenizas, y ver el
mundo con nuevos ojos... Aunque el proceso pueda no resultar tan
agradable como correr bajo el sol del estío, junto a un río azul y jugar
con el viento, hay un tiempo para cada cosa; y este es el tiempo en el
que debemos decidir qué es necesario inmolar para seguir adelante, como
sobre la faz de la tierra era la fecha en que se decidía qué animales
debían ser sacrificados,
como en la naturaleza el Segador se llevaba aquello que no era lo
suficiente fuerte como para mantenerse a sí mismo.
Samhain
es tiempo de purificación, una hoguera devoradora que se lleva cuanto no
es necesario. Un fuego en el alma que nos ayuda a fluir entre las negras
aguas de las regiones de lo que aún no ha nacido, y que anida en el
corazón de la estabilidad así como el vacío sostiene la materia. Es un
descanso para aquellos que han adquirido la sabiduría del desapego, para
aquellos que saben “dejar ir”… y la verdadera batalla se encontrará en
el momento de volver al mundo, en el momento de traer a la realidad la
promesa de la Regeneración. La promesa de un nuevo sol, de una nueva
Primavera es algo que hoy por hoy damos por hecho en la naturaleza, pero
no siempre fue así, y sigue sin ser así en lo más profundo de nuestras
almas, que saben del papel clave del esfuerzo por sobrevivir, por
mantener la integridad.
Los
Dioses Oscuros
Al
descender al Inframundo, encontramos a los Dioses Oscuros, regentes del
mundo subterráneo, en la majestuosidad de sus tronos. Más abajo aún, más
allá de las raíces de la misma tierra, y también por encima de los
cielos, rodeándolos, Existen otros Dioses, más oscuros y más
viejos. Muchos linajes mitologicos conservan el recuerdo de una
generación anterior a los mismos Dioses, hasta remontarse a unos
orígenes que se alejan de lo humano hacia lo innombrable. Es la
diferencia que se establece entre la fase decreciente de la Luna, y la
Luna Nueva; la diferencia entre el Sol Radiante, y el Sol detrás del
Sol. Pero somos jóvenes aún, por Samhain, para apreciar esta sutileza,
que viene de la mano del misterio de Yule, así que nos remitiremos a los
Dioses Sombríos más cercanos.
Gracias
a la obra de las psicoanalistas junguianas, hoy en día el reconocimiento
al aspecto Oscuro de la Diosa, ( y el aspecto sombrío de la psique ), se
ha extendido dentro y fuera del Paganismo. La reconocemos en nuestros
actos, la tomamos como referencia bajo sus múltiples nombres; Kali,
Hereshkigal, Hécate, Cerridwen, Hell, Hydra… narramos o leemos acerca de
los mitos que las conciernen. Con el tiempo, y la experiencia,
comprendemos que son mucho más que “aspectos”, que una cara de la Diosa,
que son su misma alma... y la nuestra.
“
Vuestra alegría es vuestro dolor sin máscara./ (…) Mientras más profundo
cave el dolor en vuestro corazón, más alegría podréis contener./¿No es
la copa que guarda vuestro vino la misma copa que estuvo fundiéndose en
el horno del alfarero?/¿Y no es el laúd que apacigua vuestro espíritu la
misma madera que fue tallada con cuchillos?/Cuando estéis contentos,
mirad en el fondo de vuestro corazón y encontraréis que es solamente lo
que os produjo dolor, lo que os da alegría./Cuando estéis tristes, mirad
de nuevo en vuestro corazón y veréis que estáis llorando, en verdad, por
lo que fue vuestro deleite./Algunos de vosotros decís: "La alegría es
superior al dolor" y otros: "No, el dolor es más grande."/Pero yo os
digo que son inseparables./Vienen juntos y, cuando uno de ellos se
sienta con vosotros a vuestra mesa, recordad que el otro está durmiendo
en vuestro lecho./En verdad, estáis suspensos, como fiel de balanza,
entre vuestra alegría y vuestro dolor./Sólo cuando vacíos estáis quietos
y equilibrados.”
[10]
Pero
precisamente porque de Diosas Sombrías hablamos en Mabon, y hablaremos
en Imbolc, cuando la Muerte de la vuelta al feto en el vientre de la
madre, para poder nacer, en esta ocasión trataremos con mayor
profundidad la imaginería del Dios Oscuro.
Muchos
paganos de nuestra época, son los primeros en su línea de tradición (o
al menos los primeros tras un largo lapso de historia), que abrazan la
Vieja Religión. Esto es algo que hace que todo tengan que aprenderlo, o
recordarlo, por sus propios medios. Al iniciar nuestros pasos en
el sendero pagano, nuestra concepción de las Deidades, sus criaturas, y
las otras criaturas llamadas tradiciones de las que cuidaron nuestros
ancestros, es primeriza y requiere del tiempo para irse elaborando. Es
el tiempo quien aporta, si está bien empleado, sutileza en el pensar,
el sentir y el ver.
En los
primeros pasos de nuestro caminar, nos damos cuenta de cómo las culturas
monoteístas que ocuparon el lugar antaño poblado por la Antigua
Religión, demonizaron sus creencias, asociando todas y cada una de ellas
con el “mal”. El paganismo actual, a menudo, tratando de luchar contra
esta ilícita equivalencia, se decantó al extremo opuesto, según el cual
todo en el paganismo era un festival de “bien” y de “vida”, entendidas
en sentido monolítico y sesgado, y alejadas de la realidad. La sutileza
en el pensar, el sentir y el mirar, ha de ayudarnos a comprender, en
primer lugar, que el paganismo abraza su parcela de oscuridad de un modo
íntimo, amante; debe ayudarnos a aceptar que conoció y conoce
entidades tan peligrosas como las de cualquier otra religión, y debe
ayudarnos, al fin, a discernir entre lo que es dañino de por sí, lo que
es dañino o peligroso por circunstancias, y lo que aún siendo oscuro
trae consigo protección, enseñanza, y el alimento necesario para el
alma.
Como
sucede con la Diosa, hay multitud de nombres y aspectos para el Dios de
la Oscuridad, hay infinidad de modos de entrar en relación con esto
arquetipos, y multitud de oportunidades, entre las cuales, por
tradición, destaca Samhain. En el relato Gardneriano del Descenso de la
Diosa al Inframundo,
es el Dios Oscuro, Thanatos (La Muerte, presentada en masculino), su
Iniciador. Él la hace despojarse de sus ropas, y más tarde la golpea con
el látigo de la muerte, algo que hasta el momento no había
experimentado, y Ella comprende y ama, y completa su poder. No se trata
de violencia de género… Cuando en el mito mesopotámico, Ereshkigal ocupa
el lugar de Thanatos, despoja de sus joyas y ropas a su hermana Inanna,
la maldice con violencia, y la reduce a un trozo de carne colgado de un
gancho. La Muerte, como la Iniciación, destruye lo que fue, para que
pueda volver a ser, comprendiendo, la iniciación es en todo caso una
muerte y un renacimiento, sin posibilidad de vuelta atrás; a los
iniciados se les denomina tradicionalmente como aquellos que han nacido
dos veces, entendiendo, que la primera es una natalidad biológica, y la
segunda, el nacimiento consciente al Arte.
El Dios
Oscuro en su aspecto temible es el Padre Terrible, carente de compasión,
Cronos el Tiempo devorando a sus hijos. Es el Segador, que recoge
delicada e inexpugnablemente la cosecha de almas, y el Barquero Caronte
que las acompaña en su pasaje al nuevo mundo. Pero es también el
Iniciador, habitante del Submundo. Su conocimiento de los secretos de la
Muerte proviene de su misma experiencia, pues él el Cazador, y la Astada
presa, es el Dios Sol que muere, el Dios del Grano, el Dios que se
sacrifica, como Odín colgado del Árbol de los Mundos, sacrificando su
ojo, en pos de la sabiduría. El Dios Oscuro puede actuar de un modo que
nos parezca tiránico, violento, como reflejan los mitos de Dioses
raptores, y puede ser tramposo pues en su arquetipo permanece siempre
un eco del Trickster, del tramposo embaucador, de Coyote y Loki. Como el
Diablo cristiano, el Dios Oscuro, puede crear ilusiones, forjar engaños,
y robar nuestra alma para llevarla consigo, pero el destino no es nunca
“la perdición” de la misma, sino su “recuperación”, su crecimiento y
desarrollo. Entre los luciferinos, Lucifer es una cristianización de
Prometeo, y se considera dador del libre albedrío a la humana estirpe.
Algunos
autores, por ejemplo los Farrar, enfatizan la necesidad de la práctica
del Gran Rito (la unión mística-sexual del Dios y la Diosa, la
representación de la mismo a través de un sacerdote y una sacerdotisa,
real o simbólicamente) en Samhain, sin explicitar los motivos, otros
señalan que se hace para “reafirmar la Vida”, lo cual resulta ilógico,
y completamente fuera de contexto, pues significa no haber comprendido
nada.
Optamos por creer que se trata de comprender el lazo entre el Amor y la
Muerte, que también se refleja en el mito Gardneriano del Descenso de la
Diosa. Recordemos que Samhain se celebra astrológicamente bajo el signo
de Escorpión, que rige el amor carnal, la muerte, y todo lo oculto.
El Dios Oscuro es también el Amante, que actúa de Iniciador. El mito
dice que Hades raptó a Persefona, llevándola consigo allí dónde no llega
el Sol, y abundan los cuentos y leyendas en las que una doncella es
raptada por un animal o una bestia para que sea su esposa. A veces, al
abrirse al amor, la bestia es librada de la maldición, y se convierte en
príncipe… creo que hay que cuestionar todo esto. Hay dos tipos de
doncellas, aquellas que son propiamente doncellas, que poseen el don de
lo que en la tradición Feri se denomina “el corazón negro del guerrero”,
la inocencia y la pureza como integridad del ser que es uno consigo
mismo; y aquellas otras doncellas que son ingenuas, o que aún no
saben, no conocen, las no iniciadas en los misterios del amor y la
muerte.
Todas
estas jóvenes perciben la necesidad de experimentar, de vivir por sí
mismas, contemplan la familiaridad del entorno que les ha acompañado
desde la niñez como una jaula de la que quieren salir. Y salen. El Dios
Oscuro las llama por su nombre, cuando ellas sienten el anhelo de lo
salvaje, de lo inexplorado. ¿Es posible que Persefona siguiera a Hades
por genuino amor? Seguramente, sí. Hay que armarse de valor para bajar
al submundo, y romper una relación de dependencia respecto a la madre
como la que se le supone a Persefona. Hay que tener coraje para
abandonar el poblado y casarse con un Oso, es un precio alto el que se
paga, no volver atrás. Una muerte y un nacimiento a una nueva vida; una
iniciación. Respecto a la Bestia, ¿es realmente el ser oscuro el que se
transforma? ¿O es la iniciada quien recibe el don, por su experiencia,
de una nueva visión?.

“ (…)
Han muerto ya todos los niños de ilusión/Nacidos de los juegos débiles
de primavera/(…)pero todos los sentimientos firmes arden,/como el rosal
campestre, como el roble en la colina,/murmurando cálidos en la nieve y
el viento del norte/sobre doradas madureces y extinciones/(…)Mejor, al
evaporarse el recuerdo del goce,/Que me seas leal y sigas cerca,/¡que
ningún sol tenga que alumbra/nuestro amor cálido en días
tranquilos!/Escucha, los recios vientos del cielo silban/Su himno
supremo a parejas leales/Sonreímos cuando la tierra duda y tiembla;/El
refugio de nuestra felicidad resiste a las embestidas.”
Porque
Dios Oscuro es también el Consorte Fiel. Él se mantiene allí dónde los
demás fallan, Él permanece. Su amor no se centra en el placer, no pasa y
se va en una noche de verano, como un suspiro. Él pertenece a las
regiones frías, duras, difíciles, allí dónde el amor es el vínculo
necesario que une a dos seres para sobrevivir a los embates del destino.
Y por esto también el Dios Oscuro es el apoyo en la dificultad, el que
nos introduce en el laberinto y el que nos guía a través de él. Es la
luz del lejano norte, es el espíritu que susurra en nuestros oídos,
recordándonos que aunque la nieve sea nueva, pisamos sobre las mismas
huellas que nuestros antepasados dibujaron en la primera búsqueda. Es el
vigía de todas las criaturas que en el frío permanecen despiertas.
La
Hueste Salvaje
Otoño,
brujas sobre escobas cruzan los cielos, gatos negros, brumas y aullidos,
fantasmas; he aquí los tópicos de las postales para la ocasión. Nos
preguntamos de dónde vienen, deducimos, de la incomprensión de las
culturas que anidaron sobre la Vieja Religión, pero esa es una respuesta
comodín, vacía, como un bálsamo curalotodo que de poco sirve, más que
para dormir la duda, y el ansia de conocer.
En
Otoño, las brujas cruzaban los cielos, sobre bestias, sobre escobas,
para acudir a su reunión anual, y, según los cristianos, rendir
vasallaje a su Señor Infernal. Por toda Europa se contó mil veces la
historia del vuelo de las brujas, en los tribunales inquisitoriales, en
acusaciones cruzadas, como en aquel juego infantil en el que una palabra
se dice rápido y se deforma a lo largo de una cadena, la historia llegó
deformada a aquellos que la oyeron hace ya siglos. Y luego se dijo que
no era cierta en absoluto, el diablo las engañaba y ellas sólo creían
volar, esa también fue una explicación cristiana; más tarde se diría que
las alucinaciones las provocarían determinados ungüentos. Que las brujas
nunca volaron.
Pero en
todo el Viejo Continente se conservan las leyendas de la Hueste Salvaje,
de la Anciana Armada, como se le llamó en España. Se decía que las
brujas montando sobre bestias cruzaban los cielos, acompañadas de almas
descarnadas, de toda suerte de
espíritus
oscuros, y guiadas por un Señor, o una Dama, según la región. Este
Señor, más tarde identificado con el Diablo cristiano, era el Señor
Oscuro, Odín. El mito evolucionó aquí en Cataluña hasta fundirse en la
leyenda del Conde Arnau, que ocupa el papel del Cazador de Almas. Esta
dama era llamada Abondia, Holda, Hell o Diana.
Y la
historia de la Hueste Salvaje, del vuelo de las brujas, contra toda
primera impresión, es el vestigio más real que nos queda del espíritu
del Antiguo paganismo Europeo. Carlo Ginzburg estudió en profundidad el
tema en su obra Las Batallas Nocturnas, investigando desde la
perspectiva de la historia de las mentalidades, los numerosos casos de
desdoblamientos documentados en el s.XVI, Robert Fossier incluyó una
extensa reseña acerca del tema en su obra
Le Moyen Age,
y
Claude Lecoteux, dio un paso más adelante, relacionando la tradición del
doble con antiguas tradiciones de chamanismo europeo.
El vuelo
de las brujas, para acudir a la reunión anual, es en realidad la reunión
de los dobles astrales (como los llamaríamos ahora), los orígenes de
esta práctica se remontan a determinados ritos de “fertilidad” que
tenían como objetivo asegurar la llegada de una nueva cosecha. Los
Benandanti que retrata Ginzburg, las brujas que presenta Fossier,
luchaban desde mediados de otoño hasta mediados de invierno, y aún más
allá, contra aquellas fuerzas que podían impedir este fenómeno natural
del renacimiento, que damos por hecho hoy día.
También
se atisba en la niebla de la deformación de estas narraciones, la
posibilidad de que las brujas se reunieran para la celebración de sus
ritos, ya perseguidos por entonces. Ahora Tenemos un Diablo que es un
Dios, incluso una Diosa, que podemos reconocer, unas escobas que son lo
que queda de las varas y bastones consagradas (por ejemplo, en la
tradición nórdica del seidr), unas bestias por montura (al igual
que las valquirias) que son los familiares de las brujas, o bien las
brujas mismas en un doble zoomorfo. Una Hueste Salvaje, Oscura, que
salía en la noche tormentosa, una armada de vigías nocturnos que
luchaban por preservar todo lo que los hombres y las mujeres necesitan
para poder vivir.
Todo un
ejército benefactor negado y repelido, proscrito y vilipendiado, la
sombra de cuya respetada fama se extingue en el tumulto de la
modernidad. Samhain es una noche peligrosa, en cuanto en ella se deciden
cosas importantes, cosas difíciles, y requiere de entidades poderosas
que velen por nuestro bien. Si antaño las almas descarnadas, los
espíritus penitentes, sollozaron y aullaron, y arañaron las puertas y
echaron tierra en la leche de los vivos, ¿qué no podrían hacer ahora,
descompensada la fuerza de aquellos que los mantenían bajo cierto
control…? ¿Cuántos permanecerán irredentos, cuantos verán prolongada su
agonía?
¿Cuál es
el modo en el que esta tergiversación de ideas que nos impide abrazar la
parcela de oscuridad de la que estamos necesitados, influye en nuestro
propio centro, en nuestra psique, en nuestra vida diaria?
Guardemos un momento de solemne silencio en Samhain por aquellos viejos
guerreros y guerreras de la oscuridad, y por aquellos atormentados que
aún esperan; ofrezcámosles una bebida, un alimento, un canto, una llama,
un recuerdo, una muestra de respeto por aquellos que cuidan de nosotros
desde las sombras y por aquellos de los que nadie ha cuidado desde hace
demasiado tiempo.
Los
Cuentos Terribles
Ahora,
como en toda reunión que se precie, un momento de distensión. Un momento
para reunirse y contar… cuentos. Los cuentos nunca han compartido el
mismo espíritu que las historias o las narraciones, ellos son más
oscuros y apuntan a lo más profundo, se han perpetuado hasta nuestros
días camuflados bajo capas de aparente ingenuidad, pero esperan el
momento de saltar sobre nuestras conciencias en el momento en que “nos
damos cuenta” y darnos el legado que hace tanto, las viejas señoras,
trenzaron de los cantos de su alma y los susurros del bosque.
Una
práctica del Samhain también es sentarse en el sofá a ver películas
de terror o leer cómics del mismo género, en sus tres versiones
básicas; una que liga al miedo con el humor o la ironía, otra que liga
al miedo con el amor o el erotismo, y una última que deja una sensación
de alerta y de enfrentamiento a lo desconocido ... A pesar de los
tópicos que se repiten, a pesar de todos los fallos que nos da por
señalar y a pesar de la larga distancia entre el conocimiento que
tenemos sobre la materia y lo que se refleja en estas otras obras
del arte, su visión no es en absoluto irreverente… En lo personal admiro
estas películas, estos guiones e ilustraciones, porque sus creadores han
plasmado sus terrores en una forma de entretenimiento; como reza uno de
los slogans de Creepshow “usted se divertirá pasando miedo”,
y además, puede hacer pensar. Tienen algo de infantil y algo de atávico,
algo de TEATRO, como diría la Muerte de Ferry Pratchett, y como en la
tradición mexicana del Samhain, hacen de la muerte, de la oscuridad, un
dulce y lo devoran placenteramente, lo integran en sus vidas, como una
parcela más, y la celebran.
Aprendamos de ellos.
Vaelia Bjalfi, Octubre 2004
Tormenta, un lobo en la lejanía, en el límite
de las sombras,
sobre el sendero hacía el frío Norte.
Si no hubiera seguido el llamado,
este escrito no hubieran podido ser …
Con amor y agradecimiento, a ese lobo y al
viejo bosque.
APENDICE
I
OBRAS
EMPLEADAS Y SUGERENCIAS VARIAS
BILIOGRAFÍA
SAMHAIN
La Magia de
la Tierra,
Cait Jonson, Maura D. Shaw, Ed. Obelisco, Barcelona, 1997.
Los ocho sabbats de
las brujas,
Janet y Stewart Farrar, Ed. Equipo Difusor del libro, Madrid, 2003.
Magia Mediterránea
, Montserrat Castillo, Ed. Obelisco, Barcelona, 1991.
“Mabon”, Vaelia
Bjalfi, Perros Aulladores, www.perroaullador.org .
LA HUESTE SALVAJE
Hadas, Brujas y Hombres Lobo en la
Edad Media, Claude
Lecoteux, Ed. José de Olañeta, Barcelona, 1999.
Les Batailles Nocturnes,
Sorcellerie et rituels agraires en Frioul, XVI-XVIIe
siècle, Carlo Ginzburg, Ed. Verdier, Lagrasse, 1980
“La Fin de
la Pensée Sauvage” , Robert Fossier en Le Moyen Age ,
( vol. II,
L’éveil d’Europe.). Puede encontrarse traducido en
www.perroaullador.org
LITERATURA
Mujeres que corren con los lobos,
Clarissa Pinkola Estés, Ed. B /Suma de Letras, Madrid, 2001.
El Profeta,
y El Jardín del Profeta de Khalil Gibran, disponibles en http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/LiteraturaAsiatica/KahlilGibran
Flora y Pomona y otros
poemas. Eric
A. Karlfeldt, Ediciones Rueda, Madrid 2002
El Árbol de las Brujas,
Ray Bradbury, Ed.Minotauro, Barcelona, 2002
ElSegador,
Terry Pratchett, ed.Plaza y Janes/ De Bolsillo, Barcelona,2003
HILO
MUSICAL
Cada cuál a su tiempo; Loreena McKennit, Dead can Dance, que inspiran;
Blue Öyster Cult, como algo personal. Misfits (la distensión).
IMÁGENES
De
Theodor Kittelsen, extraídas de las galerías siguientes:
http://www.munchforlaget.no/galleri/galleri_kittelsen.htm
http://white-traditions.nm.ru/trot/kittelsen/other.html
(la web parece escrita en cirílico, a vuestra izquierda aparecen cuatro
secciones de la galería). De aquí se extrajeron las imágenes para este
documento.
IMÁGENES
EN ACCION
Una
película que refleja la relación de la Iniciación de la doncella a manos
del Señor Oscuro; En compañía de Lobos.
Películas de miedo; Con humor, La saga de Evil Death, (Posesión
Infernal, Terroríficamente Muertos, y El Ejercito de las
Tinieblas) Sin tanta gracia , pero más cercano al éxito mediático,
la Saga de Jason Voorhees (las de Viernes 13). Para los
románticos, Los Clásicos del terror de la Universal, (Drácula, el
Hombre Lobo, Frankeinstein y la Novia de Frankestein,
entre otros).
APENDICE
II
MODELO
DE RITUAL
Extraído
de: WICCA, A Guide For The Solitary Practioner, Scott Cunningham
1989, Llewellyn Publications, traducido al español por Red, hermana de
escoba.
Pon sobre el altar, manzanas, granadas,
calabazas y otros frutos del otoño tardío. Las flores de otoño como la
caléndula y el crisantemo son buenas también. Escribe en un papel un
aspecto de tu vida del que te gustaría liberarte; miedo, un hábito
destructivo, sentimientos fuera de lugar, una enfermedad. El caldero o
una herramienta similar debe ser presentada delante del altar en un
trébede o otra superficie resistente al calor ( si las patas no llegasen
a ser lo suficientemente altas ). Un pequeño plato, marcado con un el
conocido símbolo de la rueda puede estar allí también. [Esto sería más o
menos el trazado. En un plato liso, pinta un círculo grande. Pon un
punto en el centro del círculo y dibuja 8 radios. Ya tienes el símbolo
de la rueda – un símbolo de los Sabbats, un símbolo de eternidad.]
Previamente al ritual, siéntate en silencio y piensa en amigos o
queridos que han muerto. No te desesperes. Ten en cuenta que han pasado
a un lugar mejor. Recuerda siempre que lo físico no es la absoluta
realidad, y el alma nunca muere.
Prepara el altar, enciende las velas y el incensario y traza el Círculo
de Piedras. Recita el Cántico de Bendición. Invoca a la Diosa y al
Dios.
Coge una de las granadas y con tu cuchillo lavado, corta la piel de la
fruta. Toma sus semillas y ponlas en el plato con la rueda dibujada.
Eleva tu
varita, mirando al altar di:
En esta noche celebro
tu tránsito,
Oh Dios Sol,
a través del ocaso
hacia el país de la
juventud.
Celebro también el
tránsito de todos
aquellos que se han ido
antes, y los que se irán después.
Oh Diosa de Gracia,
Madre eterna,
Que das vida a los
caídos,
Enséñame a saber que es
el tiempo de gran
Oscuridad, también es
tiempo de gran luz.
Prueba las semillas de la granada; explótalas con tus dientes y
saborea su ácido y agridulce sabor. Mira mientras al plato de la rueda
con sus 8 radios; la Rueda del Año, el Ciclo de las Estaciones, el Final
y el Principio de toda Creación.
Enciende un fuego dentro del caldero ( una vela está bien )
Siéntate delante de él, tomando el trozo de papel, mirando a sus llamas.
Di :
Sabia de la Luna
Creciente,
Diosa del cielo
estrellado,
Hago fuego dentro de tu
caldero
Para transformar
Esto que me molesta.
Deben las energías ser
invertidas:
¡De la oscuridad, Luz!
¡De lo malo, lo bueno!
¡De la muerte, vida!
Enciende el papel con las llamas del
caldero y déjalo caer dentro. Mientras se quema, piensa que tu mal se
hace pequeño, se disminuye, y finalmente te deja mientras se consume
dentro de los fuegos universales.
(…)
Los trabajos mágicos,
si son necesarios, deberán ir a continuación.
Celebra el Festín
Sencillo.
Libera el Círculo.
NOTAS:
El
Profeta,
Khalil Gibran, extraído de:
http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/LiteraturaAsiatica/KahlilGibran/ElProfeta/index.asp