Los
"Temas Prohibidos"
-
Introducción al artículo "Dolor ritual", de Amanda Silvers,
para la lista de correo de canal #Wicca -
Al
estudiar las creencias y prácticas mágicas en general, y de la Wicca
en particular, nos encontramos con la existencia de algunos temas
“prohibidos”. Las razones para este punto y aparte podrían ser
varias; justificado sería la falta de unas bases simples que permitan
alcanzar un nivel más complejo de análisis y juicio personal. Pero más
frecuentemente estos temas resuenan como murmuraciones a lo lejos,
apartados como astillas afiladas en algún rincón oculto, envueltos en
las sombras de la negación. Estos temas prohibidos suelen ser los que
nos enlazan con nuestros aspectos más “salvajes”, con nuestros
instintos animales en general y humanos en particular. Uno de estos
temas que, como una piedra en el camino “wicca”, suele esquivarse de
muy diversos modos, es la magia sexual. Todos sabemos las consecuencias
de este esquivar, de esta falta de información respecto al tema; la
proliferación de documentos sin sentido alguno, elucubraciones
sensacionalistas, provocadoras, estúpidas, y lo que es peor:
completamente inútiles. Ahora bien, ¿es posible encontrar una piedra más
grande que la magia sexual? Lo es. Después de todo el tema sexual es un
tabú que de algunos modos, más o menos acertados, hace años que empezó
a quebrarse, y hoy en día el tema sexual se trata, cuando no bromeando,
con más naturalidad y seriedad. Después de todo el tema de la magia
sexual no es nada comparado, por ejemplo, con el del dolor ritual.
Tal
vez vaya siendo hora de empezar a ver más allá de la visión endulzada
y descafeinada que sobre la Wicca ofrece esa corriente más cercana a la
New Age que al paganismo que nos ha llegado desde finales de la década
de los 60, a menudo procedente de América. No es ya una cuestión de
diferencia entre las tradiciones ancestrales y las aparecidas a partir
del resurgimiento empezado por Gardner. Es algo más cercano, un proceso
de degradación no sólo de lo sacro, sino de lo meramente práctico y
natural, que parece acelerarse por momentos. La negación de lo que,
desde una perspectiva cultural “occidental contemporánea” puede
resultar incómodo no lleva a otro lugar que al pozo de la ignorancia.
Podemos estar de acuerdo o no, podemos agregarlos en distintos niveles a
nuestras prácticas y creencias personales o rechazarlos por completo en
las mismas; pero no podemos negar la existencia de estas prácticas y el
mundo de significado que conllevan. Desde el momento en que forman parte
de la tradición de la que venimos, deberíamos tratar al menos de
comprender que si existieron (y existen) no es por capricho, sino
que tienen un sentido, que debemos aprender a valorar en su contexto,
para haber perdurado a través de los siglos.
Vaelia
Bjalfi, Diciembre 2001