Presentación        

 

Han pasado tres años desde que la página de Perros Aulladores se inauguró, tres intensos años que se han encargado de hacer en mi vida una limpieza de todo cuanto los precedió. De hecho, visto desde aquí, parece un camino muy largo; todo el camino de comprender que abandonar no es una opción, ni lo es dejar pasar el tiempo; que las cosas tal como llegan pueden irse, y que hay un deleite secreto para los que se enfrentan a diario con los inconvenientes del mundo real.  

Y es lógico preguntarse qué tiene esto que ver con el paganismo o la magia. Según se mire... El camino se hace andando, y, desde luego, nadie puede andar sin suelo bajo los pies.

Estoy convencida de que uno no puede ser completamente neutral, u objetivo. Es más, uno debe forjar sus criterios de selección, y una opinión propia, y debe poder modificarlos si lo cree necesario. Pero esto no es excusa para no jugar limpio.

Cuando releo mis textos me doy cuenta rápidamente de que son hijos del momento en que los escribí y si algunos no llegan a contradecirse, poco les falta. Pero nunca he falseado fuentes o escrito medias verdades a mi conveniencia, ni me he inventado aquellas respuestas que desconozco para ocultar mi ignorancia sobre una cuestión determinada. Y si debido a esta ignorancia, he cometido algún error he corrido a corregirlo en cuanto me he dado cuenta de mismo, en lugar de perpetuarlo. 

Cuando una persona rompe sus primeras cadenas en el proceso de autoconocimiento, o individualización, es fácil acabarlas sustituyendo por otras nuevas, más sofisticadas, pero cadenas, al fin. No me refiero a las cadenas del compromiso, vínculo consciente nacido la voluntad, sino a las trampas inconscientes que aíslan a la persona del verdadero aprendizaje, de la posibilidad de andar cualquier camino. Cuando uno cae en esas trampas, se condena a perpetuarse en la interpretación  de un papel en un teatro personal, muy alejado de la vida.

Los estereotipos, las conveniencias sociales, existen también dentro del paganismo y la magia. Es algo acerca de lo que pocos advierten, y, sin embargo, puede llevar al fracaso muchos años de trabajo.

No formo parte de ningún grupo o tendencia específico dentro del paganismo. Un tanto al margen, veo que cada tendencia reclama un aspecto que debe ser tenido en cuenta, un reequilibrio del conjunto. El problema viene a ser que por cada aportación de una persona hecha y derecha, que vale la pena escuchar, existen un grupo más o menos numeroso de seguidores que en la pretensión de enfatizar dicha aportación, no hacen sino desvirtuarla, sacarla de contexto y, en ocasiones,  sesgar la transmisión del conocimiento motivados por intereses particulares.

Ante un tal panorama, llegó un momento en el que traspasé el margen del paganismo reglado, porque la oferta disponible no podía satisfacer mis necesidades de búsqueda. Si alguien e echa un vistazo a la sección de enlaces verá por dónde he estado andando. No se ha tratado de ir a buscar otras tradiciones, otras culturas, religiones o escuelas esotéricas; si no de dar con las personas y las indicaciones adecuadas que me permitieran llenar tantos huecos dejados en el paganismo actual.

El paganismo, incluso la magia, no es para mí un conjunto de creencias, ni un muestrario de rituales. Es más bien un lenguaje sacro, un modo de percibir e interactuar con aquello que me rodea y aquello que está en mi interior y una herramienta para expresar esta experiencia. Por lo tanto, Perro Aullador no es un manual de escuela, sino más bien el rastro de un itinerario, por supuesto inconcluso.  

Por supuesto, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos aquellos que han permanecido a mi lado, directa o indirectamente, a través de estos tres largos años; pues esta también es, en parte, su cosecha.

Por último, sólo me queda añadir que cualquier contenido de esta página puede ser libremente reproducido, siempre el texto no sea alterado y se citen las correspondientes fuentes. 

Vaelia Bjalfi,

1º de Octubre de 2006

 

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